Barcelona: quedarse con tu ex, falta de vivienda asequible
1
La crisis inmobiliaria en Barcelona no se limita a números y estadísticas. Prisioneras de su domicilio, algunas ex parejas se encuentran atrapadas, incapaces de hacer las maletas una vez que se separan.
Sólo comparten silencios incómodos, miradas evitadas y un discurso común. Para algunos inquilinos de Barcelona la ruptura sentimental no supuso el fin de la convivencia. En una ciudad donde los alquileres se disparan y la crisis inmobiliaria asfixia los presupuestos, dejar un piso compartido tras una separación es a veces imposible. O al menos de inmediato. Estos “compañeros de habitación forzados”, obligados a vivir juntos en Barcelona, encarnan un fenómeno que revela las tensiones sociales y económicas de una de las metrópolis más populares –e inaccesibles– de Europa. Una paradoja irónica en una ciudad sinónimo de libertad y renovación.
Sara* es latinoamericana y vive en Barcelona desde hace varios años. Nunca imaginó que una ruptura sentimental trastornaría tanto su vida diaria. Después de una larga relación, se vio obligada a convivir con su expareja, por falta de alternativas. , confiesa.
Sara explica que, durante las primeras semanas tras la ruptura, ella tuvo el uso principal del apartamento. , Una convivencia que es cuanto menos tensa. , admite con un toque de nostalgia.
Una carga emocional que gestionar
Las tensiones aumentaron cuando regresó de un viaje, cuando tuvieron que compartir espacio por dos semanas más. .
Tiffany, que apenas tiene treinta y tantos años, también está experimentando esta carga emocional. En una combinación de circunstancias (financieras), ella también vive con su ex… desde hace un año y medio. , nos dice.
Fijaron reglas desde el principio: escribieron y firmaron juntos una tabla de tareas del hogar, acordaron que para que una nueva persona pudiera venir al apartamento debían haberlo conocido al menos una vez antes. Esta regla puede revisarse, pero en parejas, y de antemano, sin enfrentar al otro con un hecho consumado.
Esta convivencia, sin embargo, se complica cuando su compañera de cuarto a veces se enfada con ella.
Un nuevo comienzo, pero ¿a qué precio?
Por su parte, Sara habla de su carrera de obstáculos para encontrar alojamiento tras romper con su pareja. , recuerda. Incluso para un simple alojamiento compartido tuvo que pasar por numerosas entrevistas, a menudo intrusivas. ,
Finalmente, Sara encontró una habitación compartida, pero a un precio desorbitado. La ruptura también trastocó su vida diaria.
Para Sara, esta experiencia supuso a la vez un reto personal y un conocimiento de la realidad de la vivienda en Barcelona. , lamenta Sara no ha perdido la esperanza de tener algún día su propio apartamento.