Alojamiento compartido con jubilados: el nuevo filón inmobiliario en Barcelona
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Por un poco de dinero extra o un poco de compañía, cada vez más jubilados barceloneses se apuntan a un alojamiento compartido. El comienzo de una solución para aliviar la congestión en un mercado de alquiler saturado.
Multitudes para visitar un piso por menos de 1.000 euros, cientos de solicitantes por cada anuncio inmobiliario, residentes obligados a firmar contratos de arrendamiento temporales de 11 meses… El mercado del alquiler en Barcelona se ha convertido en una jungla y los inquilinos en tránsito exploran todas las soluciones posibles.
En España, varias asociaciones llevan varios años conectando a estudiantes y personas mayores, con el fin de promover los intercambios intergeneracionales evitando la precariedad de unos y la soledad de otros. Ante la creciente demanda de vivienda, las empresas están entrando ahora en este segmento. Este es el caso de Kuvu, creado en el País Vasco. La plataforma ha ampliado las condiciones reuniendo a mayores de 55 años, no sólo jubilados, y a todo tipo de inquilinos, no sólo jóvenes. , explica el fundador Jon Ander. Pero no es de extrañar, sobre todo porque los precios ofrecidos, sugeridos por la plataforma, siempre están un poco por debajo del mercado.
Más que un compañero de cuarto, una amistad
Sin embargo, no siempre es fácil convencer a personas de entre cincuenta y sesenta años de que abran las puertas de sus casas a extraños. Por ello, la empresa ha puesto en marcha todo un protocolo para identificar a inquilinos y propietarios, en particular mediante pruebas de compatibilidad y reuniones. Y funciona, según Mariela, cuya madre, de unos sesenta años, vive con una joven esposa desde hace dos años.
Sin embargo, con sólo unas pocas docenas de alojamientos compartidos actualmente en marcha, el concepto no resolverá inmediatamente el problema de la vivienda. Sobre todo porque la empresa rechaza ahora a las parejas, responsables según su fundador de la mayoría de los problemas que han surgido entre compañeros de habitación, y no acepta familias con niños, ya que los menores están sujetos a una legislación más restrictiva. Sin embargo, tiene el mérito de abrir un campo de posibilidades para los inquilinos en dificultades, pero también el campo de amistades a veces improbables.