En Barcelona, los teletrabajadores se enfrentan a la soledad
Los años 2020 pasarán a la historia como aquellos en los que descubrimos el teletrabajo 100%. En Barcelona, cada vez más expatriados que trabajan exclusivamente desde casa manifiestan un sentimiento de soledad. ¿Cómo salir?
Entre todos los malos recuerdos que nos habrá dejado el Covid hay un legado bienvenido: el teletrabajo. Si bien antes de la pandemia las empresas eran bastante cautelosas a la hora de permitir que sus empleados trabajaran desde casa, la crisis sanitaria mundial habrá demostrado que un empleado es totalmente capaz de trabajar bien (y a veces mejor) desde casa.
Cuatro años después, se han abierto determinados puestos -sin contar los autónomos- con teletrabajo 100%, lo que tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes, entre ellos la falta de conexiones sociales. En Barcelona, el número de estos trabajadores en remoto es exponencial. Cuando combinamos esta situación con la de la expatriación, rápidamente puede aparecer un sentimiento de soledad y desorientación, especialmente cuando sabemos que el lugar de trabajo es el principal vector de sociabilidad. ¿Incluso deseando que vuelvan las discusiones en torno a la máquina de café?
Lionel es un especialista independiente en estrategias de marketing y trabaja desde casa. Cuando inició su negocio hace un año, la idea de acudir a un espacio de coworking le parecía descabellada, porque se parecía demasiado a una oficina tradicional. Cuando se mudó a Barcelona hace ocho meses, el recién expatriado belga sintió rápidamente un sentimiento de soledad exacerbado: .
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Tener la libertad de estar solo o no es también lo que atrae a Charlie, un reclutador, que acaba de empezar un nuevo trabajo, 100% remoto: El nativo de Nantes también está traumatizado por una primera posición tomada de forma totalmente remota, durante la cual la gestión fue catastrófica.
Al no estar preparados para este nuevo modo de operar, los ejecutivos no supieron escuchar, explica Charlie. él continúa. El teletrabajo, introducido con urgencia durante el Covid, a muchas personas les salió mal y esto es bastante normal: ante un modo de funcionamiento completamente nuevo, las empresas no estaban preparadas. Cuatro años después, podemos decir que han tenido mucho tiempo para adaptarse y deberían poder ofrecer el apoyo adecuado. Este es el caso de la nueva empresa de Charlie, que está adaptando sus procesos de acogida ofreciendo a los recién llegados una semana de reuniones presenciales para que los empleados puedan reunirse en persona.
No hay necesidad de adaptación para Sarah. Esta marsellesa, que escribe presupuestos para una empresa informática, vive en la capital del condado desde hace tres años y no lo oculta: el teletrabajo es la fuente de su felicidad. Menciona, entre otras cosas, el ahorro de tiempo que permite la ausencia de transporte, la libertad de vestirse como quiera, la posibilidad de ver a su familia a menudo y viajar y, por supuesto, la oportunidad de… Y cuando se le pregunta si no le pesa la soledad, la treintañera responde: . De esa manera, queda claro.
El testimonio de Sarah arroja otra luz sobre el fenómeno: ¿y si, en última instancia, fuera sólo una cuestión de personalidad? Todo de forma remota se ha convertido casi en una moda en determinadas empresas pero quizás, antes de lanzarnos de cabeza a ello, deberíamos preguntarnos si es apto para todo tipo de personas.