Galopando como un catalán, Barcelona, una ciudad donde es bueno envejecer
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En una sociedad barcelonesa que envejece y donde las aceleraciones tecnológicas están ampliando la brecha generacional, a nadie le gusta, paradójicamente, hablar de vejez.
Sentada en una silla de plástico, Lucía, de 89 años, disfruta del sol frente a su casa en el barrio del Carmelo y no duda en saludar a los transeúntes con un afectuoso “Hola cariño” a veces incluso llegaba a distribuir pasteles a los niños más educados.
Mientras que en Francia se observa una cierta invisibilidad de las personas mayores, en Barcelona las personas mayores forman parte de la vida de barrio.
Los amantes de las fiestas de barrio, los barceloneses, de todas las edades juntas, se reúnen en las aceras para comer, bailar y conversar: niños y mayores incluidos. Pero más allá de estas reuniones estacionales, es común encontrarse con jubilados, en el metro, en el museo, en bancos públicos o incluso sentados en sus propias sillas que llevan desde la cocina al jardín: la calle.
¿Las personas mayores serían más libres y mejor integradas en Barcelona que en Francia? Investigación en el distrito del Carmelo.
Corriendo como un catalán
Campeones de la esperanza de vida, los mayores españoles ocupan el tercer puesto del podio mundial de longevidad con una media de 83,3 años.
Dieta mediterránea, sistema sanitario eficiente, seguridad, bajísima tasa de suicidios… A estos factores seguramente se suma una ajetreada vida social… ¿El ingrediente secreto de la receta española para la juventud?
Es más, fue un catalán quien ostentó el título de decano de la Humanidad hasta el pasado mes de agosto. María Branyas, que murió el pasado agosto a la edad de 117 años en Olot, en el norte de Cataluña, había sobrevivido a la gripe española, dos guerras mundiales y una guerra civil, así como al Covid-19 que contrajo en 2020. Era conocida por su actitud alegre. naturaleza y fue furor en Twitter.
¿Bastaría con cruzar los Pirineos para vivir tu mejor vida jubilado? Las cifras son claras: El 86% de los españoles dice estar feliz y 8 de cada 10 baby boomers dicen estar satisfechos con su salud mental, en comparación con el 41% de la Generación Z.
España, ¿el país de la gente feliz?
Lucía, de 89 años, con todos sus dientes, fielmente acompañada de su perra Nena, confirma estas estadísticas. “ Me considero una persona muy afortunada. Conocí al amor de mi vida, tuve hijos hermosos, tengo mi casa y un perro que no dejaría por nada del mundo.”, dice nuestra jubilada andaluza, figura clave de la rue du Doctor Bové, en su barrio del Carmelo.
Misma historia con Santiago y María, de 91 y 81 años, casados desde hace 50 años: “A pesar de sus fuertes pendientes, nunca quisimos abandonar esta zona. Aquí te sientes como si estuvieras en un pueblo. Es muy tranquilo y nos llevamos bien con los vecinos. Además, van a agregar una nueva escalera mecánica que facilitará nuestros viajes”. Equipo sujeto a debate, cuya instalación se decidió mediante votación durante una asamblea popular de los habitantes del Carmelo. “Aunque vamos de compras todos los días, se siente el peso de la edad. Es bueno que la gente del barrio se movilice para este tipo de instalación.”.
Dispositivos para facilitar la movilidad, apertura de miras, buen humor, y la excusa definitiva para ocupar el espacio público, el buen tiempo… No es de extrañar que los mayores españoles vean la vida de color de rosas.
¿Y si en Francia tomáramos la semilla? Cerca 2 millones de personas mayores de 60 años están aisladas de sus familiares y amigos. De ellos, 530.000 se encuentran en extrema soledad, situación conocida como “muerte social”. Un fenómeno que puede explicarse por la sustitución de bancos publicos por el mobiliario anti-personas sin hogar que penaliza también a las personas mayores, la automatización de las cajas y una sensación de inseguridad exacerbada por los medios de comunicación.
Por tanto, no sorprende que muchos jubilados opten por pasar sus años de jubilación al otro lado de la frontera.