La Reina del Raval ha muerto. ¡Viva la reina!
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Mónica del Raval, la ex prostituta que se hizo famosa gracias al documental del mismo nombre, ha fallecido a los 60 años. Una desaparición anunciada por sus familiares este martes. Originaria de un pequeño pueblo de Castilla-La Mancha, Ramona Coronado García llegó a Barcelona en los años 80 para recorrer las calles del barrio rojo durante casi 30 años.
Con su icónica corona, esta rubia platino, sacada directamente de una película de John Waters, rápidamente se ganó el apodo de Reina del Raval. Conocida por sus clientes, los vecinos y los noctámbulos de este barrio turbio, relata su agitado día a día en un documental de Fracesc Bertriu, estrenado en 2009. Frente a la cámara, despoja de los tópicos sobre su profesión con una sinceridad desarmante. y habla sin hablar de este tema tabú.
Volviendo al primer plano en 2012 gracias al espectáculo Callejeros, que la sigue con una cámara al hombro por las calles del Raval, Mónica, con su mirada improbable y su franqueza, se ha ganado el corazón de su país.
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Homenajes en todo el país
Recogida en todos los titulares de la prensa, la noticia de su muerte, anunciada al público en general por su amiga Samantha Ballentines del reality show, sacudió a la comunidad LGBTQ de todo el país.
El Raval ha perdido a uno de sus niños terribles. Y, en las redes, los homenajes están floreciendo. Cada uno utiliza su propia anécdota para pintar un retrato colectivo de un personaje colorido. El escritor Javier Morelope, autor de Evoca en un desgarrador post, los seis largos años de coma en los que estuvo sumida Mónica antes de morir a pocos meses de cumplir sesenta años. Agradece al personal del hospital que lo acompañó hasta su lugar de descanso final. Y lamentar la pérdida de una mujer fuerte, inteligente, valiente y caótica, una verdadera diva que todos recordarán.
«s. » escribe el activista queer Daniel Gasol, lamentando una época en la que los hipsters no asaltaban el bar gay Madame Jasmine.
El Raval ha perdido a su ángel de la guarda
Cuando se marcha, Mónica del Raval se lleva un pedacito del alma de su barrio sulfuroso donde vivió durante 15 años. Un Raval quizás más peligroso, pero también más auténtico, del que habló con emoción. El Raval que Jean Genet evocaba 40 años antes en El Diario de un ladrón, donde en sus callejuelas mal iluminadas se cruzaban carteristas, prostitutas, artistas, drogadictos y otros personajes desagradables.
Porque aunque siempre hay que estar atento a la cartera, los Airbnbs están sustituyendo a las casas ocupadas y los cafés de moda están devorando poco a poco a las pequeñas tiendas. En este barrio en plena gentrificación, donde la policía multa con fuerza a los marginados, las obras de Street Art se multiplican para molestar a los turistas. Sin embargo, en la curva de un callejón, o sentado en el bar Marsella, si escuchas con atención, todavía se pueden escuchar las voces de Gaudí, Picasso o Hemingway. Un eco que ahora se mezclará con las bromas de la que quedará para siempre: la reina del Raval.