Las playas de Cataluña, amenazadas: el Gobierno ya no quiere pagar
Amenazadas por la erosión, las playas de Cataluña siguen retrocediendo y perdiendo arena. Un oro amarillo que el Estado repone tras cada tormenta. Contra todo pronóstico. Pero a qué precio ? Y por cuánto tiempo ?
5,3 millones. Este es el dinero que España gastó en tres años para intentar, por un corto tiempo, conservar las playas de Barcelona y Tarragona. Estos tramos de costa se han convertido, en pocos años, en uno de los bienes más frágiles de Cataluña. El que hay que preservar a toda costa, porque impulsa la economía de la región. Pero, ¿por cuánto tiempo más?
Diques, barreras contra tormentas marinas, paseos marítimos y granos de arena adicionales. La lista de inversiones sigue creciendo. La mitad de los presupuestos concedidos para salvar las costas españolas se destinan a la costa catalana, en particular para reparar los estragos del temporal Gloria, en 2020. Más de tres años de duro trabajo y, comenta el gobierno de Cataluña en un artículo en el Periódico.
Aunque la Generalitat no es la encargada de proteger las playas, no quiere negar el plazo. Dentro de 20 años, varios escenarios borrarán del mapa la playa de Sant Sebastià, y estiman la subida del mar entre 1,5 y 4 metros. Algunas playas se reducirán o desaparecerán, mientras que otras ganarán un poco de superficie. Así que para resolver el primer “problema”, el Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha en 2018 un Plan Climático, y el Área Metropolitana de la ciudad catalana lidera la lucha con regularidad.
El 60% de la costa catalana amenazada por la erosión
Cada año, y tras cada mal tiempo, el Estado amortigua la pérdida de arena. Pero cada año, un poco más, la erosión cuelga en la punta de la nariz de Cataluña hasta el punto de amenazar el 60% de su litoral. Y también cada año, antes de cada temporada turística, es la tortura de aplazar el plazo lo que pondrá fin a un mecanismo que ya no funciona y sólo pospone el problema. » Sólo una última vez «.
El Ministerio de Transición Ecológica español reconoce que abastecer de arena a las playas es sólo una solución temporal y momentánea. Pero si continúa haciéndolo, asegura, es ante la creciente petición de los ayuntamientos.
En Cataluña son muchos los que reivindican este oro amarillo extraído de los cauces de los ríos, del fondo del mar, de canteras u otras playas. Por ejemplo, la localidad de Montgat, situada entre Badalona y Mataró, aportó 15.750 m³ de arena para seguir ofreciendo una playa digna de ese nombre a sus visitantes. Y Premià de Mar, un poco más al norte, ha adquirido 20.000 m3. En realidad, todavía no es suficiente. Cada vez el mismo estribillo: la arena nueva se va tan rápido como llegó. En la provincia de Tarragona, la localidad de Altafulla había apostado todo por una duna, destinada a amortiguar la fuerza de las olas y frenar su impacto en la costa. Pero se fue volando 24 horas después de una tormenta.
Cataluña pide soluciones sostenibles
¿Traer continuamente arena y crear dunas es una buena solución? A esta pregunta, el escepticismo servirá como respuesta general. Pero cuando las playas, pilares económicos de Cataluña, desaparecen ante los ojos de los alcaldes, hay que admitirlo, la ecología ya no es una de las prioridades. Primero arena, luego ideas sostenibles. Y es precisamente en esta cuestión donde el Govern catalán está poniendo su granito de arena, esta vez, para rectificar la situación.
Después de varios años de lucha en el vacío, la región pide a los ayuntamientos que financien la “renaturalización”. Sin cerrar la puerta a los nuevos arenales, la Generalitat abrió, en abril, una convocatoria de proyectos con una dotación de 40 millones de euros para pensar nuevos planes. ¿No decimos que colectivamente y dándonos los medios es posible mover montañas? Aunque, por ahora, el agua sigue siendo el elemento más fuerte.