Nicole García, invitada de honor en Barcelona: “hay mucha España en mí”
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Fue con motivo de una retrospectiva sobre ella en el festival de cine francófono de Barcelona Ohlàlà! que la inmensa Nicole García hizo escala en la capital catalana durante un fin de semana. Entre su Argelia natal, su querida Francia y la España de sus antepasados, entrevista a una mujer mediterránea de pura raza.
En su sexta edición, el festival de cine francófono de Barcelona Ohlàlà! da la bienvenida a la actriz y directora Nicole García como invitada de honor. Se le dedica una retrospectiva mediante la proyección de tres de sus películas: “Le mal des pierre” (2021), “L’Adversaire” (2002) y “Place Vendôme” (1998).
Fue en el hotel Majestic, bajo un cielo perfectamente azul y alrededor de una Coca-Cola Zero, donde Equinox conoció a la cineasta francesa, nacida en Orán, Argelia, en 1946. Llegó a Francia a los 15 años para perseguir su pasión por el teatro. Rápidamente fue recompensado en 1967 con el primer premio de comedia moderna, otorgado por el Conservatorio de Arte Dramático. Luego actuará bajo la dirección de directores icónicos como Resnais, Tavernier y, más recientemente, Claire Simon y Mia Hansen-Løve. En 1999, la exitosa actriz se puso detrás de la cámara con el mismo éxito.
Entre sus novedades recientes, un papel de madre gurú del bienestar en la serie “Tout va bien” con Virgine Efira y Sara Giraudeau en Disney+, y el primer papel dramático en la obra “Royan”, escrita y dirigida por la goncourisée Marie NDiaye. .
A sus 78 años, Nicole García aún sorprende por su versatilidad y entusiasmo. Con la voz ronca y los ojos chispeantes detrás de las gafas de sol –necesarias en Barcelona, incluso en noviembre– pudimos hablar de España, de creación y de cine, por supuesto, con ella.
¡Tú mismo elegiste esta selección de tu filmografía para Ohlàlà! ?
No, pero creo que es una muy buena elección. No voy a decir que prefiero tal o cual película, pero éstas me representan bien y me han hecho ascender en el mundo del cine.
¿Cómo te representan?
Hay una ficción que se cuenta, y al mismo tiempo hay algo muy personal. No es un diario, sino una historia con personajes, una historia diferente cada vez, pero que siempre sale de lo más profundo de mí.
Tu nombre es García, con diferencia el nombre más común en España. Sabemos que naciste en Argelia, pero sabemos menos de tu relación con este país. ¿Qué es el español en ti?
Hay mucha España en mí. Mis abuelos eran españoles, se naturalizaron franceses al llegar a Argelia. Eran de Andalucía, de Almería, según me dijeron. Luego mis padres hablaban español en casa cuando no querían que yo lo entendiera.
Mi padre se puso muy triste cuando vio que yo no estaba aprendiendo el idioma. Cuando era niña comencé a rechazar este lenguaje que no entendía y ahora me arrepiento.
¿Y en tu cine?
He hecho tres películas que terminan en España, incluida mi primera película (“Un fin de semana en dos”, ), y siempre decimos que está todo en la primera película.
En éste, el personaje de Nathalie Baye viaja a España en un plató cerca de Madrid. Lo mismo ocurre con “Mal de pierre”, Marion Cotillard se acerca a Sevilla.
Como actriz también tuvo un vínculo con España, una vez, con la película “Operación Ogro” en 1979. Esta película, dirigida por Gillo Pontecorvo, narra el asesinato del general franquista, Luis Carrero Blanco, a manos de los separatistas vascos. ¿Fue este un intento de reconciliación con su hispanidad?
Realmente no, ya que interpreté a una francesa, junto a esta gran actriz española, Ángela Molina, a quien volví a encontrar más tarde en un festival.
Antes no estaba enfadado con España, pero es verdad que me gustaría ir más allí. Me gustaría ir a Andalucía, pasar los veranos en las Islas Baleares… Me gustaría acercarme cada vez más a ello.
España es también el vínculo con el Mediterráneo. Un vínculo que tuviste durante tu infancia en Orán.
Sí, hay un cierto vínculo con esta luz que está hecha de sombra, una luz muy mediterránea. En Argelia hubo olas que no se encuentran aquí, con una resaca muy pequeña. Cuando el mar está casi aceitoso, casi un lago, y sólo lo delata el pequeño oleaje que atestigua que todavía hay movimiento.
Ahora hablemos del mundo francófono. Como hemos dicho, creciste en la Argelia francesa, y aquí en Barcelona, el Ohlàlà! es un festival de cine francófono. ¿Qué lugar ocupa la lengua francesa en tu trabajo, tú que eres principalmente actriz de teatro?
Es mi idioma. Siempre lo he estudiado, es un idioma magnífico. Leo poesía, Aragón, que recomiendo a todo el mundo. Cada vez habla menos consigo misma, es triste. Antes no era una lengua obligatoria sino sistemática, y ahora el inglés ha ocupado su lugar de forma capitalista.
¿Será por su afición a esta lengua que, a diferencia de otras actrices del cine francés, no buscó trabajar en Estados Unidos?
No, porque me parece que no organizamos nuestra carrera. Quizás ahora sí, la generación más joven y los actores estrella están intentando organizarlo más viajando a Los Ángeles. Yo estaba muy arraigado en París por el teatro. El cine también estaba ahí, filmé mucho. Y nunca tuve un sueño americano.
Esta mañana diste una larga clase magistral, un anglicismo para decir que tuviste una larga discusión con el público. Muchas veces has dicho que saliste de tu infancia sintiéndote amordazado, ¿el cine y todos los diálogos que lo rodean te sacaron de eso?
De hecho, tengo la impresión de haber salido amordazado de la adolescencia. Había cosas que no podía decir, preguntas que no podía hacerle a mi familia.
Ésta es una de las razones por las que me convertí en actriz: al menos así podría hablar. No con mis palabras, pero hablar era fundamental.
Como director también, ¿las palabras son fundamentales para usted?
De otra manera. Alguien me lo dijo hablando de mi primera película y del personaje principal –que era una mujer en la que me proyecté y me sigo proyectando–.
Y es verdad, en mis películas los personajes no hablan mucho. Otras cosas los expresan: miradas, gestos, cambios de actitud… No siempre me fío de las palabras, tengo otras herramientas para expresarme.
Después de nueve largometrajes y, por tanto, obviamente de muchas palabras, ¿te queda saliva cinematográfica y algo que decir?
Por supuesto. Voy a rodar una nueva película en mayo. Además no debería estar en Barcelona sino en París trabajando. Pero sí, la creación es inagotable, excepto cuando nos decimos a nosotros mismos: “basta cosi, estoy muy cansada”.
Comparado con amigos que tienen mi edad y están pensando en jubilarse, yo no pienso en eso. Para citar a Truffaut,