Rambla de Barcelona: heladerías y tiendas de souvenirs a punto de cerrar
Los quioscos de lo alto de las Ramblas iban a bajar definitivamente el telón hoy. En el último momento, ayer miércoles por la tarde a las 21.30 horas, el tribunal de lo contencioso administrativo suspendió temporalmente la medida. El ayuntamiento quiere dar más espacio y elegancia a la avenida más famosa de Barcelona
Raúl* no es su primera pelea. Este sexagenario trabaja en La Rambla desde los 21 y es propietario de 5 de los 11 quioscos que debían cerrar hoy. Raúl, ahora heladero, heredó un negocio familiar que, hasta 2009, vendía aves en el mismo local. La venta de animales en la Rambla, una tradición que se remonta al siglo XVII, fue entonces prohibida por el ayuntamiento y los puestos se reinventaron como tiendas de souvenirs, venta de helados o turrones.
Sus padres lucharon para mantener sus concesiones, él también luchará. . Pero los recursos judiciales se agotaron y el Tribunal Supremo confirmó a finales de mayo que el ayuntamiento estaba en su derecho al exigir la eliminación de estos quioscos. A última hora, anoche, el juez de lo contencioso administrativo ofreció un plazo de tres días antes de publicar una nueva sentencia.
De hecho, Barcelona lleva una década buscando recuperar estos espacios como parte de las obras de la famosa avenida. La nueva Rambla, que debería estar terminada en 2027, será más espaciosa, más sombreada, más verde pero también con una oferta comercial más cuidada y más orientada a los residentes, promete el ayuntamiento. No más quioscos que obstaculizan el paso y cuyos puestos llenos de souvenirs baratos no corresponden a la nueva imagen que la ciudad quiere darse. Una vez cerradas estas viviendas, el municipio pretende ordenar su destrucción antes de acometer en 2026 la remodelación completa del que constituirá el último tramo de la Rambla a renovar.
Devolver la Rambla a los barceloneses
Los comerciantes fueron advertidos hace 10 días: este jueves por la mañana a las 9 de la mañana debían finalizar su actividad y devolver las llaves de su quiosco. , desafía a Raúl, que tiene una decena de empleados que sirven helados de 10 a 23 horas, los 7 días de la semana.
Justo enfrente, Carmen, sexagenaria, lucha contra el calor con uno de los llamativos abanicos que vende a los turistas. Pero la barcelonesa se hace pocas ilusiones, y ya tiene previsto quedarse en el paro, en el mejor de los casos, dentro de unas semanas. Porque el ayuntamiento indicó que daría a los comerciantes un poco de margen de maniobra para abandonar el local y antes de recurrir a la policía para realizar desalojos forzosos.
En total, alrededor de un centenar de trabajadores perderán su empleo con el cierre de estos prósperos negocios, abiertos todos los días del año en la avenida más transitada de Barcelona. Mal por bien, responde el ayuntamiento socialista, que sigue la línea del anterior ayuntamiento de izquierda radical. Paso a paso, se compromete a devolver la ciudad a sus habitantes, dando la espalda, sin mirar atrás, al turismo low cost que ha acabado por abrumarla.