Cuando los franceses de Barcelona votaron en plena Segunda Guerra Mundial
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En 1941, cuando las dictaduras dominaban la Europa continental, la pequeña colonia francesa de Barcelona organizó una votación secreta. Una mirada retrospectiva a este nuevo episodio lleno de lecciones sobre el poder de la intención y el valor del compromiso.
Desde principios del siglo XX, la comunidad francesa de Barcelona, antiguamente llamada colonia, tenía un gobierno, apodado el General, y contaba con un representante, el presidente de la colonia. En 1935, tras un interminable mandato de siete años lleno de iniciativas, Paul Jaime se jubila y es sustituido por Eugène Maëder.
Sin embargo, murió el 11 de julio de 1936, pocos días antes del inicio de la Guerra Civil Española. Esto no deja tiempo para organizar su reemplazo. Los franceses más ricos se refugian entonces en sus residencias en Francia para gestionar sus asuntos a distancia, mientras que los trabajadores, al no tener otra opción, se quedan en casa. Fue el vicepresidente de la colonia, François Webermann, quien, desde Francia y con la ayuda del consulado, gestionaba los asuntos de la colonia por correspondencia desde su fábrica situada en Francia.
Régimen excepcional
En enero de 1939, las fuerzas de Franco tomaron el control de Barcelona. Este es el comienzo de la dictadura de Franco. Algunos franceses acomodados planearon entonces reorganizar la colonia, empezando por sus órganos de gobierno, sus escuelas y sus asociaciones. Pero la crisis social y la gravedad de la represión política hacen que estas iniciativas sean delicadas.
Sólo en septiembre de 1939 se dio un primer paso: el consulado llamó a Paul Jaime, el muy respetado ex presidente de la colonia (1928-1935), y le otorgó plenos poderes. Su misión es negociar con las autoridades franquistas la reorganización de la colonia. Impulsado por un fuerte sentido del deber, Paul Jaime acepta esta responsabilidad, pero la celebración de elecciones resulta delicada bajo el nuevo régimen. Por tanto, decide restaurar la colonia sin organizar elecciones, seleccionando él mismo a los miembros que ocuparán los puestos vacantes en el seno del General.
Reticencia a organizar elecciones
En julio de 1940, Francia se convirtió a su vez en una dictadura. Esta transformación del régimen político francés no animó a Paul Jaime a organizar elecciones dentro de la colonia, a pesar de las presiones que recibió. Para justificar su decisión, argumenta que mientras el régimen franco, abiertamente francófobo, no haya reconocido oficialmente la legalidad del general, la organización de elecciones podría darle al régimen un pretexto para perjudicar los intereses franceses en Barcelona. El argumento se considera sólido.
La situación cambió a principios de 1941. Las autoridades franquistas finalmente validaron los estatutos del General. Aumenta la presión para celebrar elecciones sobre Paul Jaime. Pero, con extrema cautela, quizá excesiva, se mantiene firme en su decisión de no ceder.
El compromiso
Frente a la prudencia casi inamovible de Paul Jaime, surgen dos figuras decisivas para hacer avanzar el proceso: el cónsul René Castéran y el industrial Paul Foret, que aspira a suceder a Paul Jaime. Juntos iniciaron negociaciones con las autoridades franquistas y obtuvieron autorización para organizar elecciones, no sin hacer importantes compromisos. Tras estos avances, Paul Jaime finalmente se muestra dispuesto a dejar la presidencia.
Así, el 6 de diciembre de 1941 se celebraron las primeras elecciones en la colonia desde 1936, que congregaron a cerca de 100 personas en los locales del consulado, donde René Castéran instaló audazmente una cabina de votación.
Este fuerte símbolo, típico de las democracias donde cada ciudadano puede votar con total confidencialidad, adquiere aquí todo su significado. Paul Foret fue elegido y, en reconocimiento a sus esfuerzos, Paul Jaime fue nombrado presidente honorario de la colonia. Por primera vez desde 1936, se reconstituye la Generalidad.
Votar en 1941, el coraje de la intención
¿Qué aprender de estas elecciones? En primer lugar, la participación es baja y el método de elección del presidente sigue siendo muy complejo desde el punto de vista jurídico. Sin embargo, estas elecciones revelan una intención clara. El objetivo de Castéran y Foret no era establecer una democracia en el sentido pleno del término, sino significar un apego a las prácticas democráticas. La intención democrática es lo que surge de estas elecciones imperfectas. En el contexto de la época, Francia era en sí misma una dictadura, los nazis controlaban Europa y habían lanzado un ataque contra la URSS. Dentro de la colonia, Paul Jaime había suspendido las elecciones, creando un precedente preocupante. Estas elecciones son, por tanto, una poderosa expresión de un deseo de democracia en un entorno generalmente hostil a ella, a ambos lados de los Pirineos. Con su audaz acción, René Castéran y Paul Foret demuestran ser defensores de los valores democráticos.
Su herencia moral no se limita a esto. También se distinguieron por su compromiso humanista. De hecho, jugaron un papel determinante en la protección de los judíos franceses que llegaban a Barcelona. Como recordatorio, un año después de las elecciones, a pesar de las directivas del régimen de Vichy, trabajaron activamente para ocultar a los judíos que huían de Francia. Su compromiso demuestra una profundidad moral significativa en un momento particularmente difícil.
La historia de los franceses en Barcelona
El historiador Guillaume Horn, autor de este artículo, dirigió la investigación y redacción de la obra LOS FRANCESES DE BARCELONA, SOMBRAS Y LUCES – DEL SIGLO XV AL XX.
El libro todavía está disponible y si se compra en la librería francesa Jaimes de Barcelona, toda la recaudación se donará a Charity. Información y pedidos en la web de la librería.