En las estaciones de esquí catalanas reinventate para deslizarte mejor
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La temporada de esquí ya está aquí. Pero ante el cambio climático que está trastocando la vida en los centros turísticos catalanes, urge renovarnos.
El Pirineo catalán alberga un tercio de las 38 estaciones de esquí de España, pero como el resto de ellas, no se libran del cambio climático. Sobre todo cuando sabemos que están a menor altitud que las estaciones alpinas. Una situación geográfica perjudicial, ya que, según los expertos, las estaciones situadas por debajo de los 1.900-2.000 metros corren el riesgo de perder su viabilidad debido a una reducción significativa de las precipitaciones naturales de nieve. Para 2050, es posible que las condiciones actuales de la nieve ya no sean suficientes para mantener una actividad de esquí sostenible.
Un problema medioambiental pero también económico, ya que estos complejos turísticos y el turismo que generan representan el 10% del PIB del Pirineo catalán. No para contrarrestar, sino para encontrar soluciones alternativas al deshielo de los glaciares y preservar la oferta turística, los FGC (Ferrocarils de la Generalitat de Catalunya) están desplegando diferentes estrategias para salvar las seis estaciones (La Molina, la Vall de Núria, Vallter, Espot Esquí, Port Ainé y Boí Taüll) que gestiona.
En primer lugar, reducir la dependencia exclusiva de la nieve, ofreciendo una gama de actividades de montaña que no dependan de ella para su funcionamiento. Pensamos en actividades deportivas como el senderismo o la bicicleta de montaña, o en actividades culturales con, por ejemplo, la incorporación este año de dos nuevos miradores panorámicos en Port Ainé y Espot Esquí. Los resorts también están apostando por el aspecto gastronómico mejorando la oferta de restauración. En concreto, la renovada Braseria Les Marmotes volverá a abrir en Vallter.
También nos interesan nuevas experiencias que atraigan a un público aficionado a nuevas sensaciones. La estación de Vallter, por ejemplo, ofrece una experiencia nocturna con máquinas pisanieves y en Boï Taull se ha instalado una nueva tirolina. Además de estas actividades, la estación de Boï Taull acogerá los días 1 y 2 de febrero la Copa del Mundo de Esquí de Montaña, pruebas clasificatorias para los próximos Juegos Olímpicos de Invierno que, sin duda, atraerán a gran número de público.
“El laboratorio de nieve”
Uno de los otros objetivos –y el más importante– es mejorar la situación de la nieve artificial. Este es uno de los mayores retos de las estaciones, ya que si bien es esencial para compensar el déficit natural, esta nieve artificial plantea retos en términos de gestión del agua y la energía. En un contexto de disminución de los recursos hídricos, su uso podría volverse económica y ecológicamente insostenible para la eficiencia energética de las estaciones.
Este reto también formó parte de los anuncios que hizo a principios de mes el presidente de FGC, Carles Ruiz. El empresario, que vino a presentar la nueva temporada invernal, mencionó en particular uno de los proyectos más ambiciosos del grupo, “el laboratorio de nieve”.
Este plan trienal para mineralizar el agua mediante nanotecnología y evitar pérdidas en el proceso de fabricación de nieve ha entrado en su segunda temporada, con pruebas reales que se realizarán en Boí Taüll este invierno. El objetivo es reducir el coste del agua de la nieve artificial y su impacto ecológico, sabiendo que las estaciones dependerán cada vez más de ella con el tiempo.
Iniciativas loables, pero no necesariamente suficientes, concluyen los profesores de geografía de la Universidad de Barcelona, estimando que