Las fases de la expatriación en Barcelona
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Aunque sea fuertemente deseada y preparada, la expatriación perturba nuestras vidas y nuestras emociones. Los psicólogos han identificado 5 fases por las que pasan todos los expatriados. Explicaciones.
Como cualquier cambio importante en nuestras vidas, la expatriación implica reacciones psicológicas específicas de cada individuo. Pero también un ciclo de fases común, que fue teorizado en 1990 por los investigadores estadounidenses J. Stewart Black y Mark Mendenhall.
Paso 1: la luna de miel
Al llegar a Barcelona todo es bonito, todo es mágico. El nuevo expatriado vive en un constante estado de asombro y emoción. Y hay una razón: ¿no sueñan millones de personas con vivir en Barcelona?, reconoce el psicólogo inglés Peter Zelaskowski, especialista en migraciones especialmente interesado en la expatriación barcelonesa.
La mayoría de las veces, esta fase se combina con un gran número de salidas, hasta el punto de provocar un agotamiento físico o social. Los psicólogos aconsejan a los recién llegados que también intenten tomarse un tiempo para descansar y realizar actividades de equilibrio, como el deporte. Dependiendo del individuo, esta fase puede durar desde algunas semanas hasta algunos meses. Esto también está muy bien ilustrado en la película, donde el personaje principal queda incluso fascinado por los nombres de las calles de Barcelona.
Etapa 2: choque cultural
advierte Peter Zelaskowski. ¿Es mi proyecto económicamente viable? ¿Cuál será realmente mi nivel de vida con alquileres tan altos? ¿Me las arreglaré con el español? ¿Deberías aprender también catalán? ¿Podré olvidarme de extrañar a mis amigos y familiares? Los nuevos expatriados pueden sentirse abrumados por sentimientos de ansiedad y frustración.
Estas reacciones son normales y nadie debería sentirse culpable por experimentarlas. , añade el psicólogo.
Esta etapa de desánimo, que puede ocurrir entre unos meses y un año después de su llegada, empuja a algunos expatriados a regresar, sintiéndose incapaces de afrontar tantos cambios diarios. , explica el psicoanalista francés Alexis Dazy.
La solución: sobre todo, no aislarse. Al expatriado le puede dar vergüenza hablar de ello con sus seres queridos en Francia, por miedo a admitir un determinado fracaso, o con sus seres queridos en Barcelona, por miedo a hacerles daño. Pero sentirse apoyado en semejante desafío es fundamental. También puede ser útil realizar algunas sesiones con un psicólogo para tomar las riendas de tu vida.
Paso 3: adaptación
Después de la moral en su punto más alto y luego en su punto más bajo, la fase de adaptación permite al expatriado estabilizarse, aceptando honestamente su nueva realidad. La expatriación tiene grandes ventajas, pero también presenta desafíos.
Nos orientamos entonces en nuestra nueva vida cotidiana, empezamos a entender cómo funciona la sociedad local, nos movemos más fácilmente por la ciudad sin necesidad de GPS y establecemos una pequeña rutina agradable, con nuestras terrazas favoritas, sus supermercados y sus actividades deportivas o culturales. Porque sí, la rutina es fundamental para el anclaje local: el expatriado no es un turista de larga duración, sino un residente en Barcelona.
Paso 4: integración
Eso es todo: vives como un auténtico barcelonés. Te sabes tu NIE de memoria, vives al ritmo de los días festivos locales, das una dirección utilizando el cruce de calles y puedes explicar el camino a cualquiera que se pierda. En definitiva, Barcelona es realmente tu casa: esa es la sensación que tienes cada día, y más cuando vuelves de tu viaje. Esto no significa que perdamos nuestra identidad francesa, o que no extrañemos a nuestros seres queridos, pero estamos felices de vivir nuestra expatriación de una manera natural y pacífica.
La integración lleva tiempo y España es mucho más diferente de Francia de lo que mucha gente piensa. Para sentirse verdaderamente barcelonés, algunos creen que se necesitan al menos dos años de residencia. Pero claro, el ritmo de cada uno es diferente dependiendo de su personalidad, su entorno, su trabajo, sus actividades y su propia curiosidad.
Paso 5: choque cultural inverso (opcional)
En Barcelona, la mitad de los franceses permanece por un periodo que oscila entre 1 y 5 años. El regreso a Francia puede estar motivado por muchos factores y, en la mayoría de los casos, es el resultado de una elección deseada. Los expatriados tienden a pensar que nada sería más sencillo que regresar a su país, donde conocen perfectamente el idioma, la cultura y el funcionamiento. Error grave.
Según Expat Communication, tres cuartas partes de los expatriados consideran que la “impatriación” fue la fase más difícil. , advierte la psicóloga Farène Raban, que recomienda no tomar este paso a la ligera.
El expatriado bien integrado se ha ido distanciando gradualmente de su cultura francesa y puede tener dificultades para aclimatarse a determinadas formas de vida. La recepción también suele ser más complicada de lo esperado, especialmente en términos de administración, mercado laboral, vivienda y otros. La estimulación intelectual, el condimento de la vida cotidiana de expatriado, ya no existe, y esta experiencia que le fascinaba resulta de poco interés para sus allegados, que la ven como una anécdota en su vida.
Finalmente, la nostalgia acecha, a veces hay una sensación de nostalgia que nos queda… y que algunas personas acaban queriendo volver a encontrar, haciendo de nuevo las maletas rumbo a la capital catalana.