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Menos hijos y más tarde: la excepción española

En España ser madre no es el Santo Grial. Las mujeres tienen hijos menos o más tarde que en el resto del mundo, lo que está provocando una caída significativa de la demografía. ¿Cuales son las razones?

6,6%. Esta es la tasa de mujeres españolas que se convirtieron en madres a partir de los 40 años. Se trata no sólo de la cifra más alta de Europa, sino también del mundo entero. Y además de este sorprendente porcentaje, la demografía ibérica se encuentra entre las que más y más rápidamente disminuyen: cayó a la mitad entre 1975 y 2019, pasando de 2,8 a 1,24 hijos por mujer. ¿Cómo explicar este fenómeno?

En el pasado, las mujeres trabajadoras siempre han tenido menos hijos, o más tarde, que aquellas que no tienen la oportunidad –o el deseo– de trabajar. Hoy en día, casi todas las mujeres están empleadas y por tanto, lógicamente, ahora es el ámbito, la ambición y el puesto desempeñado los que determinan el deseo de tener un embarazo o no. Las mujeres con carreras más prometedoras o que ocupan puestos de responsabilidad tienen menos probabilidades de querer tener hijos, o de hacerlo más tarde, cuando su vida profesional ya esté segura. Seguridad financiera para las mujeres españolas que tienen que lidiar con políticas públicas tacaños. De hecho, el gobierno otorga muy poca asistencia social a los hogares, si es que la otorga.

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A este problema financiero se suma el de la vivienda. Un factor determinante, dado que los alquileres se están disparando en todo el país, los jóvenes permanecen cada vez más tiempo con sus padres. Y sin un apartamento o una casa propia, es imposible soñar con una familia numerosa.

Feminismo en acción

explica a El Confidencial Marta Séiz, investigadora en sociología y autora de “La evolución de las normas sociales en relación con las transiciones familiares en España”. De hecho, esta evolución del comportamiento hacia la maternidad también puede explicarse por un profundo cambio en la moral española. Las generaciones modernas ya no tienen la misma opinión que antes sobre las mujeres sin hijos. Si antes estaba mal visto permanecer sola o en pareja, pero sin estar nunca embarazada, ahora es un estatus mucho más aceptado. Del mismo modo, los embarazos tardíos o únicos ya no sorprenden.

Esta apertura de miras no es sorprendente. España es una nación feminista, pionera en materia de protección de las mujeres y aquí, más que en otros lugares, reconocemos su derecho a controlar sus cuerpos. Pero este feminismo plantea otra preocupación para la procreación, en cualquier caso entre mujeres heterosexuales: encontrar pareja. Ya lo hablamos en un artículo anterior, las españolas padecemos un déficit masculino.

Buscan a un hombre tan atento como ellos a los problemas de carga mental o paridad en las tareas domésticas, y lamentablemente no lo encuentran. Esta falta de coherencia entre hombres y mujeres provoca una caída del número de parejas o de matrimonios e, inevitablemente, una caída de las tasas de natalidad, que todavía se consideran principalmente en el contexto de la pareja casada.

¿Es inevitable esta caída de los nacimientos? No necesariamente, ya que es el deseo de las españolas. Una caída demográfica es estrictamente una catástrofe sólo cuando no es deseada. Por el momento, hay menos bebés, pero igual cantidad de mujeres felices, con o sin hijos.