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Por qué los españoles son adictos a su teléfono

Si bien el Mobile World Congress está en este momento en Barcelona, ​​esta es una oportunidad para cuestionar las relaciones entre España y el teléfono móvil. Amigo, enemigo o vida cotidiana esencial?

Con 33 millones de usuarios de WhatsApp, pagos extraños a los mercados y los menús de restaurantes en el código QR (herencia Covir), España tiene usos muy específicos del teléfono. Aquí es más que un esencial: una extensión real del brazo.

En 2022, según el CNMC (Comisión Nacional de Mercados y Competencia), la tasa de penetración fue del 124.4 %, es decir, hubo más de 124 líneas activas por cada 100 habitantes en España: una cifra asombrosa.

La historia de esta relación particular se remonta a la década de 1990, cuando Movistar (una subsidiaria de Telefónica) revolucionó el mercado con sus primeros paquetes móviles accesibles. Desde entonces, la democratización de los teléfonos inteligentes ha transformado a España en un laboratorio real de la economía digital. Hace dos años, el 94 % de los españoles accedieron a Internet desde su teléfono contra solo el 83 % de los franceses.

Esto se debe a que las empresas privadas o públicas han entendido la importancia de este pequeño objeto. Si Alexis, de 27 años, diseñador de marca de Lyon y Barcelona durante 4 años, no puede prescindir de su teléfono, no es para ir a Instagram. No, su adicción a él es Bicing, la aplicación de bicicleta de autoservicio del ayuntamiento. , nos dice que el que vive en el Raval, un hábito de viaje imposible que se debe hacer sin teléfono, lo que se ha convertido en esencial de su vida diaria.

Las sombras del teléfono

Sin embargo, esta hiperconexión tiene su revés, especialmente con los jóvenes. En España, el 70 % de los niños de 10 a 15 años tienen un teléfono y la mayoría admite ser adicto.

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Paradójicamente, esta dependencia también ha estimulado la innovación. El país ha invertido masivamente en 5G y multiplica proyectos sobre el tema, especialmente en Barcelona con el MWC. La telefonía móvil se convierte así en una herramienta estratégica, no solo para el ocio sino también para el trabajo y la administración, con una adopción masiva de aplicaciones de salud o servicios públicos.

Sigue habiendo un problema, la accesibilidad del teléfono. Ampliamente democratizado,, sin embargo, hay un desafío para los ancianos a menudo incómodos con esta herramienta, especialmente para aquellos que viven lejos de las principales ciudades. En España, la diferencia en la educación para los usos digitales entre territorios es Abisal. Si el 71 % de los habitantes de la ciudad reclaman «conocimiento básico en digital», solo el 56 % de las personas rurales también lo dicen. Un desafío territorial que España tendrá que asumir la esperanza de convertirse en un líder en digital.