Turismo en España: ¿Hacia el final de la euforia?
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La promesa de los 100 millones de turistas anuales se aleja para España, a pesar de un mes récord. Detrás de las figuras, una historia de sobrecalentamiento, saturación … y desencanto.
Desde la pandemia posterior, la máquina de turismo española parecía imparable, superando el récord registrado, hasta que sueñan con la conquista histórica: los 100 millones de visitantes, anunciados para 2025. Pero este otoño, la euforia cae.
dice Aline, una recepcionista francesa en un hotel de Barcelona. Pero las cifras confirman esto: a pesar de un mes desde agosto hasta el más alto, con 11.3 millones de visitantes internacionales, el año 2025 no superará los 98 millones de turistas. Y 2026 no lo hará mejor. El hito simbólico de 100 millones, tan repetido y fantaseado, se está alejando.
Para comprender este freno, debe subir el hilo de un verano en medio medio. Junio, julio, incluso mayo: meses históricamente de bajo crecimiento, con un aumento de menos del 2 % en comparación con 2024. España, el segundo destino turístico mundial después de Francia, pierde la velocidad.
Menos turistas franceses
En Barcelona, una ciudad de exhibición y un laboratorio de surcourismo, los signos de saturación son palpables. Menos turistas franceses este verano (-5.1 % en agosto), estadías más cortas, caídas de gastos. El turismo de masas, impulsado por la recuperación posterior a la pandemia, parece haber alcanzado su techo de vidrio.
subrayó a Raúl González, director general de la división hotelera de Barceló en Europa, en la expansión del revista económica.
resume en el campo POL, guía independiente en el distrito gótico. El índice de precios al consumidor aumentó un 2,7 % en agosto, y los servicios turísticos explotaron: +20 % en vuelos, +9 % en apartamentos de tipo Airbnb. Incluso los cafés tomaron el 4 %.
Turismo de mutación
Sin embargo, las recetas continúan subiendo. En agosto, los visitantes extranjeros gastaron 16,4 mil millones de euros, un aumento del 6,7 %. Pero esta dinámica enmascara una tensión: más ingresos, menos visitantes. Un cambio de ciclo, según algunos. Una alerta, para otros.
Porque España no solo tiene un problema de volumen. Se enfrenta una transformación más profunda: la de usos, expectativas, historias. La idea de «vacaciones españolas» ya no es suficiente. Los alemanes, golpeados por una crisis económica en el hogar, vienen menos. Los británicos gastan menos. Y los franceses, si continúan llegando, ya no extienden su estadía.
En Cataluña, las cifras de agosto son claras: una disminución del 4.3 % de las llegadas, a pesar del segundo lugar a nivel nacional. El turismo se resiste, pero se transforma. Los destinos secundarios, como Andalucía o Galicia, se benefician de un cierto reequilibrio. Pero el crecimiento exponencial experimentado por la península en los últimos años parece haber sido solo un paréntesis.
